La bóveda de Rodrigo Gil_06 Print E-mail

La figura 3 muestra un corte de la bóveda por el arco ojivo; el dibujo muestra algunos detalles interesantes. En primer lugar llama la atención el enorme macizo de la jarja, se trata de una jarja formada por nueve lechos horizontales que sobrepasa la mitad de la altura interior de la bóveda, desde esta extraordinaria jarja hasta la primera de la claves sólo queda espacio para tres dovelas. En el ojivo se sitúan además otras dos claves que, entre sí, sólo dejan espacio para una dovela, el dibujo muestra también la proyección horizontal de las tres dovelas situadas en este arco y pone de relieve la extraordinaria complejidad de algunas de ellas, particularmente la central con ocho brazos. En la figura 5 puede verse el alzado del arco tercelete, ahora podemos apreciar que, desde la jarja hasta la primera clave hay solo cuatro dovelas y, entre las dos claves situadas en este arco, de nuevo, solo queda espacio para una sola dovela.

Tras la descripción anterior, una observación más atenta de la bóveda nos permite comprobar que, invariablemente, entre sus 33 claves, sólo queda espacio para una sola dovela [fig. 5’]. Esta curiosa circunstancia va permitiendo que una hipótesis constructiva vaya presentándose con claridad: la práctica totalidad de la superficie de la bóveda no requiere cimbras para su construcción. Podría construirse, como decía Rodrigo Gil en su tratado, colocando las claves sobre mazas verticales; entre las claves, el espacio es tan reducido que solo queda sitio para una sola dovela que puede colocarse, como mucho, con un ligero apoyo puntual. Por otra parte la formidable altura de la jarja no es tampoco casual, una jarja tan alta reduce el espacio entre la cara superior de esta y la primera clave lo cual reduce de nuevo la longitud de las cimbras curvas necesarias para construir el arranque de la bóveda, como vimos en el caso de los ojivo sólo se requiere una cimbra para colocar sobre ella tres dovelas y, en el caso de los terceletes, cuatro dovelas. Los formeros tienen escasa influencia en cuanto a las cimbras se refiere ya que estos arcos, al estar embutidos en los muros perimetrales, no requieren cimbra alguna. Los datos anteriormente descritos nos permiten llevar a cabo una modelización volumétrica de la bóveda [Fig. 5ª- 5e]

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